Había una vez, un
matrimonio de duendecitos ricos, que vivían en un lugar mágico y maravilloso,
donde todo estaba rodeado de aguas cristalinas y de flores hermosas y donde las
casas tenían forma de setas. Ambos, querían tener una hija para que les
alegrara los días.
Meses más tarde,
por fin lo consiguieron y tuvieron una hija a la que llamaron Naida. Era tan
hermosa como un pétalo de rosa y también la más hermosa de ese lugar donde
vivían.
Días después, la
mamá duende enfermó y le pidió al papá duende, que protegiera a su hija y que
la encontrara al más hermoso de los duendes que hubiese para que se casara con
ella y fuese feliz. Él, se lo prometió.
Y a su hija Naida,
le colgó el collar que siempre llevaba puesto ella. Era el collar de la suerte.
Pasaron los años
y la pequeña Naida creció y se convirtió en toda una mujer y seguía siendo
bellísima como el pétalo de una rosa.
El papá duende,
para aliviar su dolor después de la muerte de su mujer, buscaba cada día al
duende ideal para su pequeña, como se lo había prometido a la mamá duende. Y,
por fin, lo encontró. Era un duende joven, hermoso, con unos ojos azules y
grandes y era rico. A Naida le encantó nada mas verle, pero se dio cuenta que
era un duende aburrido, porque le gustaba dormir todo el día. Pero su papá la
quería obligar a casarse con él. Entonces Naida le dijo que aceptaba, si
concedía su deseo. Su deseo era un abrigo de los más hermosos pétalos de flores,
que había en todo el mundo.
Pasaron unos
meses, y el papá duende llego con el abrigo y empezó a organizar la boda.
Naida, que
estaba muy triste porque no se quería casar con ese duende tan aburrido, se
escapó una noche mientras todos estaban durmiendo. Se puso el abrigo encima y
el collar de la suerte, se lo guardó en uno de sus bolsillos para no perderlo.
Intentó irse lo más lejos posible del lugar
mágico. Se introdujo en el bosque y
pasó varios días durmiendo ahí, hasta que un día pidió a su collar de la suerte
que alguien la encontrara, y así fue. Dos pequeños cazadores aparecieron y les
dio mucha pena Naida, porque estaba sucia y hambrienta y se la llevaron a una
enorme cueva, que estaba muy decorada y llena de luz, en la cual vivía un
duendecito y donde podría trabajar como la ayudante del cocinero. Ella nunca
dijo como se llamaba, por lo que todos la empezaron a llamar “la niña de los pétalos”.
La niña de los pétalos se enamoró de ese
duendecito, aunque no era muy guapo, pero a ella le gustaba porque la hacía
sonreír y era muy divertido. Sin embargo, sabía que él nunca se fijaría en ella,
porque solamente era una cocinera.
La niña de los
pétalos aprendió a cocinar tan bien, que lo único que podía ofrecerle al duende
era un caldo especial, que preparaba ella. De tal forma, que cada noche le
dejaba en su habitación el caldito y sobre el, dejaba un pétalo de rosa, para
decorarlo. Al duendecito le encantó el caldo, y a la mañana siguiente le preguntó si era ella quien hacía ese
caldo, pero la niña de los pétalos lo negó.
Así pasaron los meses, donde cada
noche el duende se tomaba su caldito, hasta que un día se cansó y le dijo a la
niña de los pétalos que sabia que era ella la que preparaba el caldo y la dijo
que si quería casarse con él. Ella aceptó y fueron muy felices.
Colorín, colorado este cuento se
ha acabado.
Cambios llevados a
cabo en la adaptación:
He cambiado al
rey, la reina, a la princesa y al príncipe, por los duendes.
La historia
transcurre primero en un lugar mágico, es decir, lugar donde vive Naida y sus
papás, luego un bosque y por último, en una cueva.
He cambiado la
parte donde el rey se quería casar con su hija, para evitar el tema del incesto, porque a estas edades no es un
tema adecuado para tratarlo.
En los regalos, solo me he basado en el
abrigo de todo tipo de pieles, y lo he modificado por un abrigo de los
más hermosos pétalos de flores, que había en todo el mundo. Y la parte de los
vestidos, la he omitido para acortar el cuento.
La parte final,
la he modificado bastante, ya que no ocurre en tres días, sino en unos meses.
Perfecto.
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